La Bahía de Chetumal es una verdadera celebración de la vida. No sólo por esa belleza escénica que se puede apreciar en el color brillante de esas aguas verdes esmeralda, ni tampoco por esa vegetación exótica que exagera la apariencia tropical del paisaje, sino porque estar allí es ya como cambiar de cuerpo y liberar a los sentidos, permitiendo el regocijo del contacto al aire libre. Pero especialmente por la conciencia que se tiene del cuidado de la naturaleza y las tareas dedicadas a hacerlo posible.
Una de las interesantes propuestas con que nos espera este paraíso es el Santuario del Manatí: el área protegida mejor conservada de Quintana Roo, declarada como tal en octubre de 1994. Un lugar a donde uno llegará con la curiosidad a flor de piel, en busca de experiencias y visiones exóticas pero de donde no se irá sin haber aprendido acerca de estos animales y sin haber sido tocado en el corazón.
Podría decirse que el manatí es como un gigante inofensivo ya que mide aproximadamente 3 metros de largo y tiene un peso de 500 kilos, pero su nadar lento y la expresión de su cara, sólo despiertan ternura. Se traslada con el movimiento de sus aletas y su cola, y además es herbívoro e inofensivo si no se siente amenazado. A pesar de ello, tristemente se encuentra en peligro de extinción. Entre las causas se pueden citar muchas de ellas, pero las redes de caza así como la contaminación son las principales.
Este atractivo se ha popularizado también con el nombre de “El corral de Daniel” pues su historia sirvió como trampolín para que el cuidado de este animalito fuera considerado una tarea de importancia. La historia cuenta que en el año 2003 allí fue encontrado, recién nacido y aún con el cordón umbilical, un ejemplar de esta especie. Al mismo se le propiciaron los cuidados necesarios para que sobreviviera y luego en la edad de destete, se lo liberó en un medio natural para que continuara con su rumbo. Sin embargo, el manatí regresó al sitio, como agradeciendo las atenciones y sin abandonar “sus raíces”.
Decir que la Bahía de Chetumal es la casa de los manatíes es sólo una excusa para que también se preserven otras especies en peligro de extinción y los números resultan sorprendentes: hay 300 especies de flora, que se reparten entre humedales y manglares, y 200 especies de animales vertebrados, como tucanes, cocodrilos, jabalíes, entre otros.
Tanto por la superficie que abarca, con 281 mil hectáreas así como por las especies que tienen aquí su morada, este es un rincón ejemplar, en donde la defensa por la vida forma parte del andar cotidiano de las personas.
Por último, si eres fanático del ecoturismo, debes saber que en Quintana Roo el Santuario del Manatí es sólo una de las áreas de protección. Hay otras como la Reserva de la Biósfera Sian Ka’an, en donde hay arrecifes de coral así como restos arqueológicos, también el Santuario de la Tortuga Marina Xcacel Xcacelito y el Parque Nacional Isla Contoy.